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domenica 28 luglio 2013

Las 3 recetas del Papa en Aparecida contra «el dragón»: esperanza, alegría y las sorpresas de Dios


Cari amici ed amiche.

Leggete questa nota scritta in spagnolo su Facebook dall'amica Sabrina Isabel Visconti Ongaro che è intitolata "Las 3 recetas del Papa en Aparecida contra «el dragón»: esperanza, alegría y las sorpresas de Dios"

"Primera misa americana de Francisco: la Virgen ante el Mal

Las 3 recetas del Papa en Aparecida contra «el dragón»: esperanza, alegría y las sorpresas de Dios



Homilía del Papa Francisco en Aparecida(24 de julio de 2013)

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,Queridos hermanos y hermanas



¡Qué alegría venir a la casa de la Madre de todo brasileño, el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida! Al día siguiente de mi elección como Obispo de Roma fui a la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, con el fin de encomendar a la Virgen mi ministerio como Sucesor de Pedro. Hoy he querido venir aquí para pedir a María, nuestra Madre, el éxito de la Jornada Mundial de la Juventud, y poner a sus pies la vida del pueblo latinoamericano.



Quisiera ante todo decirles una cosa. En este santuario, donde hace seis años se celebró la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, ha ocurrido algo muy hermoso, que he podido constatar personalmente: ver cómo los obispos —que trabajaban sobre el tema del encuentro con Cristo, el discipulado y la misión— se sentían alentados, acompañados y en cierto sentido inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vida a la Virgen: aquella Conferencia ha sido un gran momento de Iglesia.



Y, en efecto, puede decirse que el Documento de Aparecida nació precisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos, bajo la protección materna de María. La Iglesia, cuando busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: «Muéstranos a Jesús». De ella se aprende el verdadero discipulado. He aquí por qué la Iglesia va en misión siguiendo siempre la estela de María.



Hoy, en vista de la Jornada Mundial de la Juventud que me ha traído a Brasil, también yo vengo a llamar a la puerta de la casa de María —que amó a Jesús y lo educó— para que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno. Para ello, quisiera señalar tres sencillas actitudes: - mantener la esperanza, - dejarse sorprender por Dios - y vivir con alegría. 1. Mantener la esperanza. La Segunda Lectura de la Misa presenta una escena dramática: una mujer —figura de María y de la Iglesia— es perseguida por undragón —el diablo— que quiere devorar a su hijo. Pero la escena no es de muerte sino de vida, porque Dios interviene y pone a salvo al niño (cf. Ap12,13a-16.15-16a).



Cuántas dificultades hay en la vida de cada uno, en nuestra gente, nuestras comunidades. Pero, por más grandes que parezcan, Dios nunca deja que nos hundamos. Ante el desaliento que podría haber en la vida, en quien trabaja en la evangelización o en aquellos que se esfuerzan por vivir la fe como padres y madres de familia, quisiera decirles con fuerza: Tengan siempre en el corazón esta certeza:Dios camina a su lado, en ningún momento los abandona. Nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón.



El «dragón», el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza.



Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.



Queridos hermanos y hermanas, seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad.



Ellos no sólo necesitan cosas. Necesitan sobre todo que se les propongan esos valores inmateriales que son el corazón espiritual de un pueblo, la memoria de un pueblo. Casi los podemos leer en este santuario, que es parte de la memoria de Brasil: espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, alegría; son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana.



2. La segunda actitud: dejarse sorprender por Dios. Quien es hombre, mujer de esperanza —la gran esperanza que nos da la fe— sabe que Dios actúa y nos sorprende también en medio de las dificultades. Y la historia de este santuario es un ejemplo: tres pescadores, tras una jornada baldía, sin lograr pesca en las aguas del Río Parnaíba, encuentran algo inesperado: una imagen de Nuestra Señora de la Concepción.



¿Quién podría haber imaginado que el lugar de una pesca infructuosa se convertiría en el lugar donde todos los brasileños pueden sentirse hijos de la misma Madre ? Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio que acabamos de escuchar.



Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas. Confiemos en Dios. Alejados de él, el vino de la alegría, el vino de la esperanza, se agota. Si nos acercamos a él, si permanecemos con él, lo que parece agua fría, lo que es dificultad, lo que es pecado, se transforma en vino nuevo de amistad con él.



3. La tercera actitud: vivir con alegría. Queridos amigos, si caminamos en la esperanza, dejándonos sorprender por el vino nuevo que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nuestro corazón y no podemos dejar de ser testigos de esta alegría. El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña. Tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos, por nosotros, como la reina Esther en la Primera Lectura (cf. Est 5,3). Jesús nos ha mostrado que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama. El pecado y la muerte han sido vencidos.



El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo. Si estamos verdaderamente enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, nuestro corazón se «inflamará» de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor. Como decía Benedicto XVI: «El discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro» (Discurso Inaugural de la V Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 de mayo 2007: Insegnamenti III/1 [2007], p. 861).



Queridos amigos, hemos venido a llamar a la puerta de la casa de María. Ella nos ha abierto, nos ha hecho entrar y nos muestra a su Hijo. Ahora ella nos pide: «Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2,5). Sí, Madre nuestra, nos comprometemos a hacer lo que Jesús nos diga. Y lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios y llenos de alegría. Que así sea
.".

Faccio i miei complimenti a Sabrina che ha centrato bene il discorso.
La ringrazio dello spunto.
Specialmente in questo periodo di grave crisi, essere allegri non è facile, come non è facile mettersi alla ricerca di Dio e credere nella speranza.
Molti giovani (come me) sono senza lavoro. Molti di essi hanno paura del futuro e sembra che chi sta al vertice accetti tutto questo. 
Questo mondo, infatti, non ha insegnato a credere nel futuro ma a vivere in un "eterno presente".
Un mondo così è destinato a distruggersi.
Però, noi cristiani dobbiamo essere nel mondo e non del mondo.
Noi non dobbiamo adattarci alle logiche di questo mondo ma dobbiamo cercare di contrapporci ad esso.
Per fare ciò, dobbiamo usare le armi della fede, dell'amore verso Dio e verso il prossimo.
All'egoismo di certe persone, noi dobbiamo contrapporre l'altruismo.
Alla paura, noi dobbiamo contrapporre la speranza.
Al rifiuto di Dio, noi dobbiamo contrapporre il volere Dio.
Alla cultura della morte (che si manifesta nell'aborto e nell'eutanasia) noi dobbiamo contrapporre la difesa della vita dal concepimento fino alla fine.
Alla cultura della distruzione della famiglia (con il divorzio ed il matrimonio gay), noi dobbiamo contrapporre la difesa della famiglia come cellula fondante della nostra società.
Al relativismo, ossia alla negazione delle verità assolute, noi dobbiamo contrapporre Dio.
Tutto questo è amore verso Dio e verso il prossimo.
Questa è una battaglia importante.
Del resto, nel secolo scorso ci furono le società che rifiutarono Dio e produssero i mostri come il nazismo ed il comunismo, due ideologie criminali. 
Questo è il significato del messaggio del Santo Padre Papa Francesco ad Aparecida, durante questa Giornata Mondiale della Gioventù che è appena terminata.
Proprio Aparecida è il luogo in cui la speranza venne fuori.
Da luogo di pescatori poveri, qual era,  oggi Aparecida è un centro di fede fortissima.
Questo messaggio di speranza deve entrare nei nostri cuori.
Se non facessimo così non basterebbe neppure la Giornata Mondiale della Gioventù che ci sarà a Cracovia nel 2016.
Cordiali saluti. 





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